Foto: Archivo
Cada 13 de noviembre, año tras año desde 1985, durante 34 años desde la terrible tragedia que tuvo lugar en Armero, Tolima, se recuerda la peor catástrofe natural que ha vivido el país, una actividad volcánica que produjo una avalancha con lodo, agua y lava que cobró la vida de 25 mil habitantes de la ciudad blanca de Colombia.
Cuando la noche comenzaba a apoderarse de Armero, 35 millones de toneladas descendieron de los más de 5 mil metros de altura del volcán a una velocidad aproximada de 60 kilómetros por hora hasta terminar con la vida de una población entera; hoy en día los dolores que viven algunos sobrevivientes, que se vieron sometidos a reconstruir sus vidas desde cero, solo esperan que se les respondan todas sus preguntas.
La cercanía que tenía el pueblo con el Volcán Nevado del Ruíz era de 48 kilómetros, distancia que no le bastó al derrumbe para sepultar todo el territorio de Armero en una tragedia, que aseguran sus pocos sobrevivientes, aún padecen desde otro punto de vista: abandono del Estado, desaparición de menores de edad y predios que jamás se devolvieron.
El país entero se conmovió con las imágenes que medios de comunicación nacionales e internacionales difundieron a través de sus canales, voces desgarradoras que se escucharon por los radios de mayor difusión y mártires que no podrán borrarse nunca de la memoria de los colombianos, como fue el caso del calvario que tuvo que atravesar Omaira Sánchez de 13 años de edad.
