Llega a Colombia la opera de Bertolt Brecht, un clásico en tiempos modernos

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Después de ser presentada con éxito en escenarios de Buenos Aires y Santiago de Chile, llega al Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo de Bogotá la ópera “Auge y caída de la ciudad de Mahagonny”, un clásico de 1930 en tiempos modernos del célebre Bertolt Brecht y con música del alemán Kurt Weill.

“Los clásicos nos hablan del pasado para hacernos entender el presente y a veces hasta para ver el futuro, eso es lo maravilloso de Brecht, un clásico del Siglo XX”, dice en una entrevista con Efe Marcelo Lombardero, director escénico de la coproducción de los teatros Colón de Buenos Aires, Municipal de Santiago y el Mayor de la capital colombiana.

Mahagonny es una ciudad que crean tres mafiosos prófugos de la Justicia, en vista de que no encuentran oro en Estados Unidos. En ese lugar todo está permitido mientras se tenga el dinero para pagarlo.

Allá llegarán los desesperanzados, aquellos que buscan la felicidad a través del dinero y los que sólo buscan el placer.

“Cuatro amigos recién llegados de un arduo trabajo durante siete años en la helada Alaska llegarán a Mahagonny para disfrutarla, salvarla y posteriormente morir en sus manos”, asegura Lombardero.

Explica que “Brecht hablaba desde la crisis de los años 30 y hoy alguna de estas cuestiones, como la crisis del sistema que parece que no nos da respuesta, se nos vuelve vigente, se nos vuelve como un espejo atroz y lo que en alguna época era expresionismo ahora es, simplemente, casi realismo”.

El director resalta que “el protagonista de esta ópera muere por el peor pecado o delito que puede cometer un hombre moderno, que es no tener dinero, no pagar sus deudas”, lo cual es una circunstancia que no escapa de la problemática y las cuestiones que agobian a la sociedad actual.

Así, asegura, es como Brecht “se vuelve un texto actual que nos interpela de una manera directa”.

Con “Auge y caída de la ciudad de Mahagonny” comienza la gran ruptura del teatro tal y como se conocía hasta mediados del siglo XX, donde hay una narrativa teatral romántica y sensible pero lejos de la realidad.

En contraposición, Brecht impone una mirada moderna al teatro, donde el espectador por primera vez se siente identificado con lo que se pone en escena, manifiesta el argentino, que junto a más de 100 personas llevará a las tablas de Bogotá la obra en tres funciones: una el próximo martes, otra el jueves y la última el sábado 3 de marzo.

Participa un destacado elenco de solistas latinoamericanos, la Orquesta Filarmónica de Bogotá (OFB), el Coro Filarmónico Juvenil de la OFB y el Coro Filarmónico de Bogotá.

Por otra parte, Lombardero destaca el aporte del músico alemán Kurt Weill a la ópera.

“Era un gran compositor y en esta obra da el tono del distanciamiento que Brecht quiere porque compone una ópera con la música más popular y más banal de su época como marco de este espejo terrible que nos muestra el escritor con gran ironía y humor”, señala.

Cuenta que aparecen 150 personas, entre coros, solistas, bailarinas, figurantes y actores jóvenes chilenos, argentinos y colombianos.

La puesta con 27 escenas, divididas en carteles como desde el origen plantean los autores de la obra, es una gran pantalla en la que se presenta un gran “show” televisivo como los que se muestran hoy y en el que se narra la historia.

“A mi me parece que donde el sistema se muestra más pornográfico es en la televisión, en donde todo está a la venta y a la compra como una carnicería”, comenta Lombardero, al insistir en la importancia y el valor de las artes escénicas para poner en tarima historias de otras épocas adaptadas al entorno actual.

Para reforzar su planteamiento, cita el texto final de Jimmy Mahoney, personaje central de “Auge y caída de la ciudad de Mahagonny”, quien antes de ser ejecutado, aprende la lección y dice: “Ahora lo veo claro. Cuando llegué a esta ciudad en busca de alegría mi fin ya estaba sellado”, informa Efe.

“Ahora estoy aquí sentado sin haber logrado nada. La alegría que compré no era alegría y la libertad por dinero no era libertad. Comí y no quedé satisfecho, bebí y quedé sediento. Por favor, déme un vaso de agua”, concluye.