Lideresa cocalera: “Detrás de cultivos de coca hay campesinos que ven una posibilidad de vida digna”

Coca-ok

Foto: Anadolu

Más de 230 mil familias campesinas, afro e indígenas de 17 departamentos de Colombia dependen del cultivo de hoja de coca como principal medio de sustento económico. Incluso, para muchas, “este trabajo significa una posibilidad de tener una vida digna”. 

Así lo aseguró en entrevista Nidia Quintero, delegada nacional de la Coordinadora Nacional de Cultivadores y Cultivadoras de Coca, Amapola y Marihuana (Coccam) en Colombia, al respecto de la campaña ‘Rostros que siembran’, que se lanza este martes y que busca sensibilizar sobre las historias de quienes se dedican a dicha labor “debido a la falta de oportunidades económicas” y la poca o nula presencia estatal en varias zonas del país. 

En el marco de la campaña, creada por la Coccam, financiada por la organización británica Christian Aid (CAID) y en alianza con el Colectivo de Abogados José́ Alvear Restrepo (Cajar), se publican dos informes que dan cuenta del papel de las mujeres y jóvenes en esta labor y sobre los retos para transformar economías de guerra en economías de paz.

El estudio sobre ‘El papel de las mujeres y jóvenes en la economía de la Pasta Base de Coca (PBC)’, señala que poner la mirada en la labor de estos grupos poblacionales en una “actividad económica que ha marcado el desarrollo de estas regiones, es dar un rostro y voz a dos actores fundamentales, que históricamente han sido invisibilizados, minimizados y desconocidos”.

Asimismo, identifica que tanto mujeres como jóvenes “son actores activos que no solo participan de actividades materiales, sino que, a pesar de las limitaciones impuestas, se piensan su territorio, analizan los beneficios y perjuicios de esta economía; proponen y participan de las alternativas a las dificultades identificadas”. 

Por ejemplo, Quintero indica que las mujeres que hacen parte de la Coccam han dicho que esta actividad “representa una oportunidad laboral y una autonomía económica frente a sus parejas”, al tiempo que les permite garantizar sus “gastos personales y en materia de educación, tanto para ellas y como para sus hijos”.

“Es un poco contradictorio, pero como los campesinos en estos territorios no tienen acceso a otras formas de trabajo, de producción y de comercialización, entonces este es el producto que garantiza esas condiciones”, añade.

Además, cuenta que la principal tarea que desarrollan las mujeres es “preparar los alimentos y llevarlos de la casa a la zona de campo donde está la gente trabajando”, o el apoyo y acompañamiento a sus compañeros o esposos en el tema de administración de los recursos o gestión del trabajo.

De acuerdo a Alirio Uribe, integrante del Cajar, la indagación arrojó que los cultivos de hoja de coca “les dan estabilidad y sostenibilidad económica a estas familias” y que normalmente cada una puede tener un ingreso aproximado de dos salarios mínimos legales mensuales, es decir COP 1.755.600, cerca de USD 452,5.