Con dos solemnes minutos de silencio bajo la consigna de “nadie nos dividirá”, miles de neozelandeses rindieron homenaje a los 50 asesinados en el atentado terrorista perpetrado en dos mezquitas hace una semana, mientras continúan los entierros de las víctimas.
“Nueva Zelanda está de luto, todos somos uno”, declaró la primera ministra, Jacinda Ardern, que se unió a unas 5.000 personas en la ceremonia celebrada en el Parque Hagley, frente a la mezquita de Al Noor, escenario junto a la de Linwood del peor atentado de la historia del país.
Ardern, que lucía un hiyab (pañuelo islámico) sobre su cabeza, abrió su breve discurso pronunciando unas palabras en árabe que significan “que Dios le otorgue paz y honor”, a menudo empleadas tras pronunciar el nombre de Mahoma.
“Nos han roto el corazón, pero no nos han quebrado. Estamos vivos, estamos unidos y decididos a que nadie nos divida”, dijo Gamal Fouda, el imán de la mezquita de Al Noor, en la que fueron asesinadas 42 personas y que hoy congregaba a ciudadanos neozelandeses de todas las religiones y etnias.
En una jornada en la que se promovió una campaña para usar el velo islámico en solidaridad con la comunidad musulmana, que representa el uno por ciento de la población neozelandesa, muchas mujeres, entre ellas presentadoras de televisión, periodistas y hasta agentes de la Policía, lucieron un hiyab.
“Hoy elegí usar un velo en el estudio en solidaridad con la comunidad musulmana. Esta semana una joven de Auckland fue agredida en un tren por ser musulmana y usar un velo y eso sucedió después de que 50 personas fueran asesinadas en Christchurch”, dijo en un tuit Samantha Hayes, presentadora del noticiario televisivo NewsHub.
Uno de ellos fue Mucaad Ibrahim, el niño de tres años descendiente de una familia somalí que fue la víctima más joven del atentado y que hoy fue el último en ser enterrado.
Junto a ellos también fue enterrado Mohamed Elmi, fallecido el pasado miércoles en un accidente de tráfico cuando iba a su trabajo desde Christchurch, tras llorar la pérdida de un tío y un amigo en el ataque. Efe





